Ruta Marruecos 2018

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Ruta Marruecos 2018

La ruta a Marruecos 2018 es la 2da que se hace por parte de un grupo de amigos moteros que una vez comprobado, en su primera ruta, lo interesante y diverso del país marroquí, decidieron organizar una siguiente y así sucesivamente si la anterior nos dejaba buen sabor de boca como para desear organizar otra aventura para el siguiente año.
Este año 2018 se acordó que la ruta tendría lugar el fin de semana del 21 al 23 de septiembre.



La idea inicial era coger un barco en el puerto de Tarifa con destino a Tanger, a primera hora del viernes 21. Embarcaríamos con las motos y una vez formalizados los tramites en la aduana del puerto de Tanger, iniciaríamos la marcha dirección a Rabat, primer punto de descaso en esta ruta. Continuaríamos a la mañana siguiente hacia Mekines como visita necesaria y pernoctaríamos en Fez con una visita algo más completa. Para al día siguiente tomar rumbo a Tanger, punto de partida, y embarcar en el Ferry dirección al puerto de Tarifa.
Pero el destino esta para cambiar lo previsible y así lo hizo. Un par de compañeros del grupo no pudieron, finalmente, hacer su reserva en esta ocasión y surgió, por parte de nuestro anfitrión y amigo Daniel, una idea nueva en vista de la situación resultante. Nos alojaríamos, a propuesta de él, en su casa de Ceuta, que resultó ser una maravilla y, al menos a mí, me permitió conocerlo en persona, pues yo fui de los que por motivos familiares, no pude asistir a la primera edición de “Rutas Marruecos 2017”.
De manera que este cambio de última hora nos llevaría a embarcar en el puerto de Algeciras la noche del jueves 20, con lo que además de poder dar un paseo por Ceuta esa noche, pudimos disfrutar de una cena en un típico restaurante de la zona con platos tan singulares como los corazones de pollo y las colas de mar.
Este adelanto del embarque en Ceuta nos permitió, además de disfrutar de la cortesía del amigo Dani, pasar por la frontera a primera hora de la mañana y evitar colas de espera.

 

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Viernes 21:
Toco Diana a las 6,00 de la mañana. Preparación sin dilación, café o té para salir no más tarde de las 7:00. Nos demoramos algo con las charlas típicas y los nervios por empezar la aventura.



Sobre las 8:00 ya andábamos circulando por tierras marroquís dirección a Rabat y nos sorprendió una densa niebla en los primeros kilómetros que nos llevó a poner los pilotos de emergencias porque en algunos tramos era difícil ver más allá de 10 metros.
Pasado el momento niebla nos encaminamos dirección a Rabat, nuestro objetivo para este día, no sin antes hacer una parada en la que, los amigos organizadores, nos ofrecieron la posibilidad de degustar un desayuno típico marroquí en la zona, que según me apuntan se llama Ksar el Sghir. A base de queso fresco para untar, miel, aceite de oliva, mantequilla, pan típico de la zona, te moruno, zumo de naranja y café.
Nada más terminar de reponer energías para la ruta que nos quedaba por delante iniciamos el camino, llenos sobretodo de curiosidad.



Las carreteras aunque he de decir que algunas estaban en un estado de mantenimiento más que regular, en ningún momento percibimos estar en peligro. Al contrario nos sentimos sobradamente cómodos en todas las carreteras por que íbamos bien organizados y nos fuimos informando en todo momento de aquello que percibíamos como un posible peligro en la conducción.
A la hora de la comida ya por la zona de Kenitra, hicimos un alto en la playa de las naciones de Kenitra para reponer energías y aprovechar para intercambiar opiniones del viaje.
Una vez repuestos del viaje nos encaminamos dirección a Rabat donde nos alojaríamos en un hotel típico marroquí llamado Hotel Oudaias. Una maravilla de hotel, por lo menos para mí, porque te transporta a un ambiente genuino de la cultura marroquí donde predomina una decoración que cualquier turista espera encontrar en el Marruecos tradicional, alejada de las decoraciones en los hoteles occidentales. Por momentos tienes la sensación de estar alojado en el interior de un palacio de la Alhambra en Granada.
Rabat es la capital del Reino de Marruecos con una población algo superior a los 600.000 habitantes. Aunque si le preguntas a cualquier marroquí de Rabat la cifra puede llegar a multiplicarse por tres.
Esa tarde dimos, después de la ducha correspondiente, un paseo por las calles de la Medina de Rabat. Gracias a la atención del guía Rafa y de Dani, no hubo que lamentar perdidas de los componentes del grupo porque de no haber estado ellos probablemente ahora, más de uno, estaríamos preguntando aun por el hotel Oudaias.
Rabat es un contraste de la cultura marroquí, donde se mezclan sin el menor complejo lo más tradicional con lo más moderno. Te puedes encontrar desde mujeres tapadas, con las típicas chilabas y el velo hasta asomar tan solo los ojos, a mujeres que podríamos encontrar perfectamente en la calle Sierpes de Sevilla. Con sus pantalones cortos y el pelo suelto.
Prueba de este contraste lo percibimos a la hora de la cena en Rabat. Rafa, el guía de la expedición, nos deleitó, llevándonos a un más que interesante barco-restaurante, donde después de cenar de manera exquisita, podíamos ir, en el mismo barco a una discoteca con actuaciones en directo. Si bien en Marruecos, la mayoría de los marroquís no beben alcohol, es perfectamente posible, consumir bebidas alcohólicas, diferentes cervezas, vinos y como no los típicos refrescos de Coca-Cola y demás.
Después de la cena nos dirigimos al hotel para descansar ya que al día siguiente teníamos como objetivo llegar a otra ciudad marroquí impresionante como lo es la ciudad de Fez.

 

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Sábado 22:
La mañana se presentaba con muchas expectativas, al menos por mi parte, ya que no había realizado un viaje de estas características y todo lo que sucedía me llamaba mucho la atención.
Iniciamos el día con un desayuno marroquí a base de zumos, fruta, tostadas, te y dulces típicos de la zona a base de almendras y miel entre otros.



La salida del grupo de Rabat se demoró un poco porque nos permitimos visitar el Mausoleo de Mohamed V. Donde el visitante puede observar el Mausoleo junto a la Torre de Hasan, el edificio del Mausoleo tiene una arquitectura típica árabe marroquí. El interior está lleno de escrituras coránicas y el techo cubierto con unas tallas de madera recubierto con oro.



Toda una demostración a su pueblo del poderío de sus reyes alauís. El edificio se encuentra custodiado por la Guardia Real del Rey.



Finalizada la visita y las fotos de rigor, nos encaminamos hacia las motos no sin antes sortear el nutrido grupo de vendedores ambulantes que se afanaban en vender gran cantidad de baratijas y detalles típicos de la tierra intentando, sin mucho éxito, nuestra atención.
Tomamos rumbo a la ciudad de Mekines. Nuevamente nos dedicamos a recorrer las carreteras secundarias que para deleite del grupo estaba llenas de sorpresas, no solo socavones y desniveles sino también en más de una ocasión rebaños de ovejas que tenían invadida las carreteras, con la mayor de las tranquilidades del mundo. Si hay algo que atesora el pueblo marroquí es una infinita paciencia tal cual si el tiempo no fuera más que un mero trámite en sus vidas. No tarde mucho en oír de boca del guía que los europeos tenemos relojes y ellos los marroquís el tiempo.
Llegamos a Mekines a eso de las 11 de la mañana y he de decir que me pareció una ciudad con un encanto diferente a Tanger y Rabat. Como más marroquí. Como no podía ser de otra manera, visitamos su medina y tuvimos ocasión de comprobar en la calle de los dulces típicos, que había una cantidad de abejas posados y revoloteando los dulces de miel, como reclamando su derecho a ésta. He de decir que por el contrario no vi ni una mosca por la zona hasta llegar a la calle donde se vendían los pollos que llegaba a parecer otro sitio muy distinto tanto por el olor como por la higiene. Obviamente nos salimos de aquella zona en busca de la calle de las especias que era el objetivo de alguno de nosotros.
Finalizada la visita a la Medina de Mekines pusimos rumbo a la ciudad de Fez. No sin antes realizar una parada obligatoria para comer en plan picnic en medio de un olivar camino a Fez.
Una vez aprovechado el picnic, nos dirigimos, esta vez por autopista, hacia Fez ya que teníamos concertada una hora para llegar al hotel y organizarnos con el guía para una visita a la Medina de Fez.
Llegamos sobre las 6 de la tarde al Hotel, éste ya más al estilo occidental, y nos apresuramos a las habitaciones para una ducha rápida y la visita a esa inmensa Medina que según nos contó, con mucho boato y orgullo, era la 3ª más grande del mundo. Amén de contar con la Universidad más antigua del mundo. No es raro, y digo esto por experiencia, que cuando un marroquí habla de sus costumbres y de su tierra, no conocen nada mejor en el mundo. Eso les honra ya que si aquí en este país tomáramos nota quizás otra cosa nos luciría.
Buenos pues nos encaminamos a la Medina de Fez y para ello tomamos unos taxis que curiosamente pese a tener 5 plazas de asientos solo tenían licencia para 4 incluido el conductor.



Llegados a la Medina nos informo el guía que ésta tenía más de 9000 calles y 70000 personas viviendo en ellas. Dato que además de parecer cierto por el gentío presente en la misma, tenía la sana intención de provocar un gran asombro en nuestros rostros. No sé si lo consiguió porque nos lo repitió como 3 o 4 veces. Dicho esto visitamos en su interior desde una mezquita típica, un restaurante no tan típico, ya que solo tenía turistas y una curtiduría donde llegado un momento llegue a pensar que todas las explicaciones que los dependientes nos estaban dando tenían una sana intención. Y efectivamente la tenían. Vendernos productos de cuero de “gran calidad a precios de risa”. Soportamos, no sin algo de incomodidad, el paseo por todas y cada una de las habitaciones de la gran curtiduría, con el comentario de las calidades y el precio. Y por fin nos liberaron muy a su pesar y nos encaminamos por la Medina camino de la salida y a su vez camino del hotel.

 

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Domingo 23:
A la mañana después de un desayuno rápido nos encaminamos hacia Ceuta, destino final del viaje muy a nuestro pesar.



En esta ocasión nos quedaban algo más de 300 kilómetros por carreteras de lo más interesantes. Y por supuesto este trayecto no sería de una vez sino que nos pararíamos ya cerca del Aaiun para otro ameno picnic y como no estirada de piernas.
Llegaríamos a eso de las 18 horas a la frontera de Tetuan con Ceuta y gracias a Dios y en contra de la predicción del guía pasaríamos en menos de 5 minutos por su frontera y a eso de las 18,15 estaríamos en una heladería de Ceuta degustando una granizada de melón que me supo a gloria.
Serían las 20,00 horas cuando estábamos embarcando en el Ferry de Ceuta camino de Algeciras. Desembarcamos 45 minutos después y pusimos camino a Chiclana de la Frontera a pasar noche y recoger a la peque de la familia. Todo lo demás ya transcurre dentro de la normalidad, dirección a Granada.
En total hicimos sobre los 1800 kilómetros de moto y pese a pasar por momentos donde no sentía las posaderas no me arrepiento de ni uno solo de los kilómetros y experiencias vividas.

V,sss y nos vemos en la carretera.

 

[Sirius]

Pedazo de viaje.