Sin querer ofender, la mayoría está por debajo de 6000 habitantes, así que, sí. Entra en la categoría de pequeños municipios según la descripción de pequeño municipio. Luego los hay medianos (Una treintena entre 10000-30000) algunos funcionando como agrociudades,núcleos industriales, otros como barrios dormitorio o con mucha historia porque la Mancha estaba antes que la Capital de España en su historía.
Hay ciudades monumentales espectaculares, también vestigios antiquísimos, algunos rehabilitados y otros pendientes, así como restos arqueológicos accesibles y muy guapos de ver (Para el que sepa y quiera buscar). Pero en categoría gran población que son 250.000 habitantes, ninguno. Ni siquiera Albacete Ciudad.
Así que sin desmerecer nada, porque es un sitio que me encanta, es una zona de pueblos pequeños.
Cosa bastante distinta a aldeas o análogas de otras zonas también interesantes. Y quizás eso es lo mejor que tiene: Pueblos antiquísimos con población estable, raíces propias y mucha historia.
El que va nota que no está en urbanizaciones, barrios de nueva construcción. La gente se conoce o hace por conocerse y tiene mucho a lo que dar valor en ese sentido. Quizás un ejemplo a estudiar a nivel mundial de como fijar población, desarrollo y medio ambiente a nivel mundial si la comparas con urbes como la zona metropolitana de Pekin. P. u otras megaurbes con graves problemas de convivencia o siquiera con otras zonas de España en retroceso poblacional o con altos índices de desigualdad.
Merece la pena darse un paseo, investigarlo y conocerlo.
Entiendo perfectamente la idea que planteas sobre la estructura poblacional de La Mancha y el valor que tienen sus municipios. Aun así, creo que es útil introducir una distinción importante: cuando se habla de “pueblo pequeño”, no todos hablamos de lo mismo. En regiones como
Castilla y León, por ejemplo, existe un gran número de núcleos que no alcanzan ni
100 habitantes, con problemas muy serios de envejecimiento, despoblación y pérdida de servicios esenciales. Ese es el nivel en el que realmente se puede hablar de pueblos diminutos, casi aldeas, donde mantener abiertos un bar, un consultorio o incluso la escuela ya es un reto estructural.
En cambio, un municipio de
6.000 habitantes—como tantos de La Mancha—opera en una liga completamente distinta. Con esa población ya suele haber
tejido comercial estable,
centros educativos que cubren varias etapas,
centro de salud,
transporte,
instalaciones deportivas, locales de ocio e incluso
infraestructura cultural, como un cine o teatro municipal. Además, es habitual que dispongan de un pequeño
polígono industrial, talleres, empresas agroalimentarias y diferentes negocios que dan empleo no solo a la población local, sino también a la de municipios cercanos.
Esto crea una dinámica socioeconómica que nada tiene que ver con la de los pueblos de 50, 80 o 120 habitantes. Son entornos donde la gente puede vivir, trabajar y relacionarse sin depender constantemente de una ciudad mayor. No hablamos de aldeas aisladas, sino de
comunidades con vida propia, capaces de sostener actividad económica y un nivel de servicios más que razonable.
La Mancha, además, tiene ese equilibrio peculiar: municipios que no llegan a ser ciudades medias, pero que tampoco entran en la categoría de micro-pueblos. Y eso les da una
estabilidad demográfica poco habitual en España. Son núcleos que conservan identidad, historia y cercanía sin renunciar a cierta autosuficiencia. Esa combinación explica por qué, aunque no tengan grandes urbes de 250.000 habitantes, tampoco presentan los niveles dramáticos de despoblación que se ven en otras zonas del interior peninsular.
Por eso, al compararlos con los pueblos realmente pequeños de otras comunidades, conviene no equiparar categorías. Un municipio de 6.000 habitantes puede ser perfectamente “un pueblo” en el lenguaje coloquial, pero está muy lejos de ser “un pueblo pequeño” en el sentido estricto del término. Es otra escala, otra realidad y, en muchos casos, otra historia de éxito.